Cada 17 de octubre celebramos la fiesta de la madrileña Virgen de la Flor de Lis. Una de las devociones marianas más antiguas de la Villa, junto a la Virgen de la Almudena o a la de Atocha, pero muy desconocida por los habitantes de la capital de España.
Ahora lo mejor de esto es que esta imagen de estilo románico se conserva en Madrid. Y está expuesta al alcance de cualquier persona que quiera rezar o visitar esta antiquísima pintura mural en la cripta de la catedral de la Almudena. A continuación te contamos su historia.
En el año 1083 entró Alfonso VI de León en Madrid, gracias a una hábil maniobra de uno de sus hombres. Consiguió tomar para el bando cristiano esta céntrica villa. Este soldado tenía como misión escalar los muros inexpugnables de la Almudayna, que protegían Magerit. Y llegar por las almenas hasta la torre principal y cambiar el estandarte de los habitantes musulmanes, por el de Castilla y León. Esta operación provocó la dispersión y el desorden entre las tropas defensoras y la Victoria de los atacantes. El rey tuvo a bien premiar a la familia del soldado escalador con el cambio de apellido a "Gato". Ya que este felino, abundante en la villa madrileña, tiene la habilidad de trepar por donde guste, porque tiene poco que arriesgar, debido a sus "7 vidas". Por extensión a los madrileños de siempre se les llama gatos.
Unos días después los habitantes cristianos de la amurallada población, hicieron partícipes a sus liberadores de una larga tradición, que decía que antes de llegar los musulmanes a la villa, en el siglo VIII, escondieron una imagen de la Virgen en la Almudayna o muralla de la ciudad. Antes de encontrar esta imagen y de marchar a la reconquista de Toledo quiso el rey convertir la mezquita de la ciudad en iglesia y llamarla de Santa María. Además mandó pintar una imagen de la Virgen en la pared de su altar mayor, con una flor de lis en la mano mientras aparecía la antigua imagen. La flor de lis es blanca y de tres pétalos, representan la triple virginidad de la Virgen antes, durante y después de nacer Jesús. Esa iglesia desapareció. Ahora solo tenemos sus restos en la confluencia entre la calle mayor y la calle Bailén. Este lugar es reconocible hoy en día por una estatua de bronce de un señor asomado a la cristalera que protege los restos de la iglesia.
El caso es que, al poco tiempo de conquistar Toledo, decidieron hacer una procesión para pedir por la aparición de la imagen guardada en la Almudayna. Y así fue. Rezando juntos el rey con los habitantes de la ciudad, en un momento determinado cayó parte del muro y apareció ante ellos una imagen de tez morena, por el humo de unas milagrosas velas que permanecían encendidas. Fue bautizada como la Virgen de la Almudena (Almudayna).
Pero volvamos a la imagen que mandó pintar el rey. Con el tiempo la imagen de la Virgen de la Flor de Lis no se sabe cómo ni por qué fue tapada en su iglesia por un retablo que se construyó. Y fue olvidada durante más de 500 años. En 1623, al quitar unos tableros del retablo, fue descubierta.
Con el tiempo la imagen fue cambiada a un nuevo altar dentro de la misma iglesia, entre las capillas de Santa Anta y la del Cristo de la Salud y San Antonio el Guindero. Años después se fundaría la nueva Real e Ilustre Congregación de Nuestra Señora de la Flor de Lis, aprobada por la reina Isabel II en 1848. En este lugar se mantuvo hasta que se derribó en 1868, que se trasladó al convento del Santísimo Sacramento. Allí estuvo hasta que se llevó a su lugar actual en la cripta de la catedral de la Almudena en 1911.
En 1834 una Congregación de Jardineros la nombró su patrona, fijando el día de fiesta el 17 de octubre. El 17 de cada mes se venera a la Virgen bajo esta advocación.
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