La Navidad, la Semana Santa o la Pascua son fiestas que tienen su origen en la venida de Jesucristo a la Tierra para salvarnos, es decir comenzaron en los primeros días de la Iglesia. Pero no todas las fiestas se remontan a estos primeros momentos, hay algunas que tienen otro origen. Hay algunas que vienen de una tradición más cercana y vienen motivadas por algún movimiento u hecho concreto. Un claro ejemplo de esto último, es la fiesta del Corpus Christi. Que nació en compensación por la carencia de devoción eucarística en la Edad Media. Todo comenzó con el Movimiento eucarístico, en la Abadía de Monte Cornillón. Allí, para fomentar la devoción de Jesús sacramentado, se pusieron en marcha unas cuantas normas de piedad eucarística para aumentar el cariño a Dios. Como la Exposición Eucarística, tocar las campanillas en la consagración dentro de la Misa o la fiesta del Corpus Christi. Pero veamos como sucedieron los hechos. Santa Juliana es la protagonista de esta historia. Nació en Retines cerca de Lieja, Bélgica en 1193. Se quedó sin padres muy pronto. Y fue adoptada y educada por las monjas Agustinas en Mont Cornillon. Vivió con ellas hasta que decidió hacerse una más. Con el tiempo llegó a ser su priora. Era una mujer muy piadosa y amante de Jesús en la Eucaristía. Un día tuvo una visión de la Iglesia, en la que aparecía la luna llena con una mancha negra. Esta imagen representaba la ausencia de la Fiesta del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, dentro del calendario de fiestas litúrgicas. Por eso animó a celebrar esta fiesta en el año 1208. En 1247 se celebró esta fiesta en la diócesis de Lieja (Bélgica). Unos años más tarde, en 1263, tuvo lugar el hecho milagroso de la Hostia consagrada que comenzó a sangrar ante las dudas de fe, del sacerdote que celebraba la Eucaristía, en la ciudad de Bolsena (Italia). Este hecho, muy difundido, llevó al Papa Urbano IV a instituir la festividad del Corpus Christi en toda la Iglesia en 1264, fijándola para el jueves después de la octava de Pentecostés. Con motivo de esta fiesta el Papa solicitó a Santo Tomás de Aquino que compusiera un himno eucarístico y así compuso el “Adoro te devote”, que es uno de los cinco himnos que escribió. En España esta devoción está muy extendida. Los balcones de las ciudades se engalanan cada año. Y sus calles se alfombran con serrín de colores y pétalos de rosas, para celebrar esta gran fiesta. El Santísimo Sacramento sale dentro de una custodia paseando entre las personas que han ido a rezarle. Una de las custodias más majestuosas es la de Toledo, que fue encargada por el cardenal Cisneros. El sacerdote suele llevar una capa pluvial y un paño de hombros para llevar agarrada la custodia con dignidad. Suele ir bajo palio. Que es una tela sujetada por varales que sirven para llevar a cubierto a Jesús sacramentado. Suelen acompañar a la procesión monaguillos que llevan velas, una cruz, incensarios y portan el palio con varales. Ahora esta festividad se celebra en domingo en casi todos los sitios, pero, como hemos dicho, antes se celebraba en jueves. De ahí viene el refrán de “Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”.
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